La vejez ha hecho que esas puertas que dan paso a los siguientes pisos, ya no se abran con la misma frecuencia que se hacia antes, apenas se escuchan ya las bisagras...
Difícil olvidar ese gallo que se oía por esa ventana a la que no se por que, tenia miedo de asomarme. Muy difícil olvidar esos despertares con un beso de mi yaya, en la antigua habitación de mi tía y mi madre. Despertar y mirar sus viejas muñecas de cartón, encima del armario. Recuerdo que tenían una mirada...la verdad que no muy bonita. Con toda la habitación a oscuras daba casi miedo mirarles a los ojos. Seguramente para ellas serian las muñecas mas bonitas del mundo, y esque eran otros tiempos...
Hoy he vuelto a subir a ese granero, a esa galería acristalada, donde no cesaba el chocar de los canutillos al hacer bolillos. Donde mi abuelo aun era el de antes y pasaba horas leyendo revistas del corazón, sentado en su sofá al abrigo de la estufa.
Me sentado en aquel sofá, mi sofá, donde pasaba las tardes, he mirado aquella estantería donde mi abuela guardaba el chocolate y las pastas de anís, como buscando algo ... pero alli no quedaba nada del pasado ...
El silencio se ha hecho el dueño de todos estos cuartos.
Que cantidad de recuerdos me han venido a la mente....
Y recordando he encontrado el viejo tren con el que pasaba horas muertas por aquellos tiempos.
Ese tren mas simple que un folio, pero con el que yo era muy feliz.
Lo he cogido y me lo he llevado a mi cuarto, encierra demasiados recuerdos como para que el paso del tiempo, el polvo y el olvido lo hagan desaparecer.
Sin duda fue y es un juguete muy especial para mi...
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