Cogiendo fuerza,volando alto,surcando el cielo...









Las miguicas de mi bizcocho.



Un día cualquiera, las nueve de la mañana y el sol ya me pega en la cara. Afligido por el despertar me dirigo a la cocina a desayunar.
-Que suerte!!! Hoy hay bizcocho de la mama!! -me digo para mi- Me caliento un espeso y oscuro café, de esos como los de antes, un autentico café de puchero.
Tengo la suerte de desayunar bizcocho, y como tal tengo la suerte de acabarme todo mi trozo y sin duda, de no dejarme ninguna miguica que ha quedado sobre el mantel.
Esas miguicas son la guinda del pastel, las de mi bizcocho. Siempre quedan algunas, las cuales cuando te has acabado el trozo, permanecen en silencio sobre un hule de florecillas, quizás de los ochenta o noventa, pero tampoco lo se a ciencia cierta. Siempre están ahí. Mucha gente no se percibe de su alto valor y las deposita en la basura, como otra materia orgánica mas.

Yo me humedezco el dedo y presiono con fuerza sobre ellas para llevármelas a la boca, primero una, luego otra, y así hasta dejarlo limpio. 
Si te paras a pensar un bizcocho tiene mas parecido a la vida de lo que nos parece.
Mama los corta en trozos, como cortan los días, los meses o los años a la vida. En un libro antiguo mi madre guarda minuciosamente la receta que heredo de su abuela. Con los ingredientes exactos, y con una medida justa de ellos,acaba haciendo un dulce bizcocho. Casi nunca se le quema, pues lo hace con el mayor amor del mundo. Siempre que lo saca y esta caliente me dice, hay que esperar a que se enfrié Jorge! Quizás si pensáramos en un bizcocho caliente nos esperaríamos a decir cualquiera de las salvajadas que soltamos por la boca cuando estamos enfadados,o en una discusión.
Hay veces que varía los ingredientes, y así le va, que nunca le sale como los demás. Pero tras probar una vez, y otra, y otra, y otra vez mas, al final sale un brillante y esponjoso bizcocho,lleno de pequeñas miguicas que a simple vista no se ven sin cortar, pero que una vez cortado, caen al fondo del plato. 
Como caen los buenos raticos, las sensaciones y las alegrías día tras día.

La vida iba en serio.

De esto que amanece y un mar de rayos en forma de rayas te inunda...
De esto que hasta el mas débil obligado se hace fuerte....
De esto, de lo otro y de lo que queda se aprende, siempre se aprende...
De todo se aprende.

Imaginas, piensas, planificas y organizas y por mucho y mas de todo esto, al final nada es como lo habías pensado. Al final todo es mejor. 
Y es que aunque la imaginación a veces no conozca limites, no tiene nada que hacer cuando la presencia entra en escena.

Ni siquiera hubiera imaginado un caballo negro cabalgando en un oasis en pleno desierto, o un cuervo y una cadena con una chapa en su cuello, detrás de una foto de esas como las de antes.

Yo, el que presumía de gran imaginación...

Hoy me doy de bruces con la realidad.


D E S L E N G U A T E
D I S F R U T A